sábado, 5 de marzo de 2011

Historia de Nuestro Santo Patrono San Carlos Borromeo



Parroquia San Carlos Borromeo
Fundada el 16/05/1971
PP Agustinos Recoletos

“O r a c i o n”
¡ Bienaventurado San Carlos !
En mi caminar por la vida: ayúdame.
Ante las pruebas y tentaciones: fortaléceme
Si caigo por debilidad: levántame.
Que la dificultad no me acobarde.
Que el pecado no me seduzca y la maldad no me domine.
Ilumina mi mente para no ser engañado.
Fortalece mi corazón para no ser derrotado.
Dame la Gracia de no dudar nunca del amor de Dios. AMEN.
 
“Historia de un Santo”
Carlos significa:
“Hombre Prudente”
Nació el día 1.° de octubre de 1538, en el castillo paterno de los Borromeos, situado en las orillas del Lago Mayor (Norte de Italia) Arona. Sus padres se llamaban Gilberto y Margarita, ésta de la ilustre casa de los Médicis.

Desde joven dio señales de ser muy consagrado a los estudios y exacto cumplidor de sus deberes de cada día. A los 21 años obtuvo el doctorado en derecho en la Universidad de Milán.

Un hermano de su madre, el Cardenal Médicis, fue nombrado Papa con el nombre de Pío IV, y éste admirado de sus cualidades nombró a Carlos como secretario de Estado, altísimo cargo para un hombre tan joven. Y contra lo que todos esperaban, nuestro santo empezó a cumplir los deberes de su nuevo cargo con una exactitud que producía admiración. Parece increíble la cantidad de trabajo que Carlos lograba despachar, sin afanes ni precipitaciones, a base de ser metódico y sistemático en todo. Había logrado mortificar y dominar sus sentidos, y su actitud era humilde y paciente.
“Renuncia a sus Riquezas”
Era de familia muy rica (los Borromeos), y el día menos pensado su hermano mayor, a quien correspondía la mayor parte de la herencia, murió repentinamente al caer de un caballo. Muchos pensaron que ahora Carlos al quedar heredero de tantas riquezas dejaría la vida religiosa y se dedicaría a administrar sus inmensas posesiones. Pero fue todo lo contrario. Él consideró la muerte de su hermano como un aviso enviado por el cielo, para estar preparado porque el día menos pensado llega Dios por medio de la muerte a tomarnos cuentas, y entonces renunció a sus riquezas, se ordenó de sacerdote, y luego de obispo y se dedicó por completo a la labor de salvar almas.
“Quien Ahorra su vida, la pierde, pero el que gasta su vida por mi, la ganara”:
Entre los hombres extraordinariamente activos a favor de la Iglesia y del pueblo sobresale admirablemente San Carlos Borromeo, un santo que tomó muy en serio aquella frase de Jesús: "Quien ahorra su vida, la pierde, pero el que gasta su vida por Mí, la ganará". Murió relativamente joven porque desgastó totalmente su vida y sus energías por hacer progresar la religión y por ayudar a los más necesitados. Decía que un obispo demasiado cuidadoso de su salud no consigue llegar a ser santo y que a todo sacerdote y a todo apóstol deben sobrarle trabajos para hacer, en vez de tener tiempo de sobra para perder.
 Fue llamado
Padre de los pobres:
San Carlos llegó a Milán en abril de 1556 y, en seguida empezó a trabajar enérgicamente en la reforma de su diócesis. Su primer paso fue la organización de su propia casa. Puesto que consideraba el episcopado como un estado de perfección, se mostró sumamente severo consigo mismo. Sin embargo, supo siempre aplicar la discreción a la penitencia para no desperdiciar las fuerzas que necesitaba en el cumplimiento de su deber, de suerte que aun en las mayores fatigas conservaba toda su energía. Las rentas de que disfrutaba eran pingües, pero dedicaba la mayor parte de las obras de caridad y se oponía decididamente a la ostentación y al lujo. En cierta ocasión en que alguien ordenó que le calentasen el lecho, el santo dijo, sonriendo: "La mejor manera de no encontrar el lecho demasiado frío es ir a él más frío de lo que pueda estar". Francisco Panigarola, arzobispo de Asti, dijo en la oración fúnebre por San Carlos: "De sus rentas no empleaba para su propio uso más que lo absolutamente indispensable. En cierta ocasión en que le acompañé a una visita del valle de Mesolcina, que es un sitio muy frío, le encontré por la noche estudiando, vestido únicamente con una sotana vieja. Naturalmente le dije que, si no quería morir de frío, tenía que cubrirse mejor y él sonrió al responderme: 'No tengo otra sotana. Durante el día estoy obligado a vestir la púrpura cardenalicia, pero ésta es la única sotana realmente mía y me sirve lo mismo en el verano que en el invierno' ". Cuando San Carlos se estableció en Milán, vendió la vajilla de plata y otros objetos preciosos en 30,000 coronas, suma que consagró íntegramente a socorrer a las familias necesitadas. Su limosnero tenía orden de repartir entre los pobres 200 coronas mensuales, sin contar las limosnas extraordinarias, que eran muy numerosas. La generosidad de San Carlos dejó un recuerdo imperecedero.
Pagaba muy bien a sus Empleados”:
Pagaba muy bien a sus empleados y les insistía en que trataran con mucho respeto a toda clase de personas, de manera que todo el que llegara al palacio del arzobispo se sintiera muy bien recibido. Muchísimos sacerdotes y numerosos obispos iban a hospedarse al palacio de nuestro santo cuando estaban de viaje, porque sabían que allí eran muy bien recibidos y tratados con gran respeto y amabilidad.
“Gran Fundador de:
Escuelas de Catequistas y Seminarios ”:
Las gentes de Milán eran muy ignorantes en religión porque casi no había quien les enseñara el catecismo. San Carlos fundó 740 escuelas de catecismo con 3,000 catequistas y 40,000 alumnos.
Fundó 6 seminarios para formar sacerdotes bien preparados, y redactó para esos institutos unos reglamentos tan sabios, que muchos obispos los copiaron para organizar según ellos sus propios seminarios.
Su Escudo llevaba un lema de una sola palabra: “Humilitas”, humildad.
No era una simple curiosidad heráldica, sino una elección precisa: él, noble y riquisimo, se privaba de todo y vivía en contacto con el pueblo para escuchar sus necesidades y confidencias.

S u    M u e r te
“Gracia y Santidad”
Tuvo el gusto de darle la primera comunión a San Luis Gonzaga. Cuando el Duque de Saboya estaba muy grave fue a visitarlo, y tan pronto como el santo llegó a la habitación del enfermo, el duque exclamó: "estoy curado", y recuperó la salud. En agradecimiento, cuando San Carlos murió, el duque mandó poner una lámpara de plata junto a su sepulcro.

Cuando tenía apenas 46 años, sintió que sus fuerzas diminuían notablemente y que una intensa fiebre lo invadía. El Sumo Pontífice Pío V le había recomendado que no ayunara tanto y que no se desmidiera en el trabajo, pero ya era demasiado tarde. De él se podía repetir la frase de aquel sabio: "Un santo es un hombre devorado: todos tienen derecho a devorar su tiempo, a devorar sus bienes, a devorar hasta su salud, con tal de que él logre salvar las almas y conseguir que Dios sea más amado y mejor obedecido". Así le sucedió a San Carlos, y por eso murió en plena juventud.

La noche del 3 al 4 de noviembre de 1584 murió diciendo: "Ya voy, Señor, ya voy". En Milán casi nadie durmió esa noche, ante la tremenda noticia de que su queridísimo Cardenal arzobispo, estaba agonizando. El Secretario del Papa, envió un mensaje a los sacerdotes de Milán diciéndoles: "Por el Cardenal Borromeo no ofrezcan misas de difuntos, sino misas de acción de gracias a Dios por haberle concedido tantas gracias y tan grande santidad".

Fue canonizado en 1610 por el Papa Pablo V.

En Arona, su pueblo natal, le fue levantada una inmensa estatua que todavía existe.