Lidia tenía que irse. Había superado el límite de edad. Ya no podía continuar en casa. “Ella es mi hija de corazón. La encontré en la Colonia Andrés Barbero en el interior del país. Vivía en una choza con sus parientes”, recuerda el misionero Italiano Aldo Trento, quien desde hace 20 años recoge a cuanto ser humano encuentre en las calles.
En su corazón guarda las huellas de haber sido violada cuando tenía 16 años por su tío. Ella quedó embarazada. Cuenta el sacerdote que la joven autista al cumplir la mayoría de edad, según el reglamento de la Casa de la Divina Providencia San Ricardo Pampuri, debía abandonar el hogar. Realidad insostenible. “Fue entonces cuando tuve que tomar la decisión de convertirme en padre de la menor, así me lo pidió el juzgado de menores y así lo hice”, confesó el misionero para Aleteia.
El reto de ser doblemente Padre
“Aún no comprendo la contradicción que habita en el corazón de quienes son padres y pueden dar vida. Y de aquellos que se sienten dueños de la vida de sus hijos y deciden quitársela. Ser padres no coincide con traer al mundo a un hijo, amar es un don, tiene que ver más bien con comunicar la misma existencia, el destino de la vida”, manifestó Aldo.
“¡En nuestra casa la belleza es la cúspide de la caridad!, en el rostro de cada uno de los enfermos descubrimos una gracia especial. Lidia ha logrado superar toda dificultad se desplaza sin ayuda hasta su cama y al baño, puede moverse en la silla de ruedas”, prosigue.
“Todo gracias a la “cariñoterapia” que recibe como diría el Papa Francisco”, sonríe el sacerdote, miembro de la Fraternidad San Carlos Borromeo del Movimiento Comunión y Liberación.
Llegado el momento del parto Lidia dio a luz a un lindo niño. El pequeño nació con problemas. El tribunal de menores permitió que fuera adoptado por una familia italiana. Hasta ahora está respondiendo en forma positiva a la rehabilitación que sigue en ese país.
“Aldo cautivó mi corazón”
“No sólo me he convertido en tutor de Lidia, sino que también soy papá adoptivo de Aldo, un niño a quien por su contextura lo hemos registrado con 10 años. Apareció ante mis ojos en la calle estaba sentado en una horrorosa silla y pedía limosna sus “seudopadres” lo utilizaban de ese modo”, indicó.
“Quedé muy angustiado ese día porque no pude llevarlo conmigo. Aldo tiene el cuerpo pequeño y la cabeza muy grande. El tiene hidrocefalia. Luego de unos meses lo trajeron a la casa. La jueza de menores me pide adoptarlo. Accedí de inmediato. Pensando que era Jesús quien me llamaba para acoger a otro Jesús, dije inmediatamente que sí. Le puse mi nombre y apellido, Aldo Trento”, expresó.
“Así, ahora soy, según la ley de los hombres, padre adoptivo de Aldo y tutor de Lidia”, expresó.
Conviviendo con el rostro de Jesús
“Cada día aprendo a ver a Dios en los más pequeños pobres y enfermos”. El sacerdote ha logrado instituir desde una escuela, un banco de alimentos, un establecimiento de donantes de sangre, hasta una granja para enfermos de SIDA durante los 12 años de creación que cumple la fundación San Rafael Trento en el mes de mayo.
´”Muchos de los que ya no están bajo su cuidado emprendieron el camino hacia la muerte, “muy contentos de haber llegado a esta casa donde conocieron a Jesús. Para ellos su enfermedad era la puerta hacia Jesús, en su lecho de muerte muchos me decían: ‘doy gracias a esta enfermedad porque me ha permitido encontrar a Jesús’”, cuenta el sacerdote.
“Seguir el camino que nos lleva a la cruz de Cristo es lo más importante, el servir a los niños con enfermedades terminales es la mejor prueba de que llevamos los clavos de Cristo en nuestro cuerpo”, es la única forma de decirle al otro ¡ánimo!.
La fundación San Rafael
Como fruto de la pasión por Cristo y de la mano del Padre Aldo nace la fundación San Rafael Trento, una obra de caridad que el Padre Trento alcanzó luego de sentir los brazos de Jesús abrazándolo, cuando cayó en una grave depresión.
Desde entonces las obras de caridad no han parado, la Providencia sigue moviendo el corazón de este misionero para atender las exigencias fundamentales de salud, educación, alimentación y formación humana y espiritual.
Los enfermos terminales son acogidos en los 8 establecimientos que agrupa esta fundación. Niños, ancianos enfermos y en situación de vulnerabilidad son acogidos. En cada uno de estas casas de acogida se brinda educación escolar básica.
Fuente: Aleteia.org
Articulo publicado por: Daniel Da Costa