jueves, 28 de junio de 2018

Catequesis del Papa Francisco sobre el agradecimiento



Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Esta audiencia del miércoles 27.06.2018 será como la del miércoles pasado. En el Aula Pablo VI hay tantos enfermos para que estén mejor, para que estuvieran más cómodos. Pero seguirán la audiencia con la pantalla gigante y también ellos con nosotros; es decir no hay dos audiencias. Hay una sola. Saludemos a los enfermos del Aula Pablo VI. Y sigamos hablando de los mandamientos que, como dijimos, más que mandamientos son las palabras de Dios a su pueblo para que camine bien: palabras amorosas de un Padre.
Las diez Palabras empiezan así: “Yo soy el Señor, tu Dios, que te he sacado del país de Egipto, de la casa de servidumbre” (Ex 20: 2). Este comienzo sonaría extraño con las leyes verdaderas y propias que siguen. Pero no es así.
¿Por qué esta proclamación que Dios hace de sí mismo y de la liberación? Porque se llega al Monte Sinaí después de atravesar el Mar Rojo: el Dios de Israel primero salva, luego pide confianza. [1] Es decir: el Decálogo comienza con la generosidad de Dios. Dios no pide nunca sin haber dado antes. Nunca. Primero salva, después da, luego pide. Así es nuestro Padre, Dios bueno. 
Y entendemos la importancia de la primera declaración: "Yo soy el Señor tu Dios". Hay un posesivo, hay una relación, una pertenencia mutua. Dios no es un extraño: es tu Dios. [2] Esto ilumina todo el Decálogo y también revela el secreto de la acción cristiana, porque es la misma actitud de Jesús que dice: "Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros" (Jn 15, 9). Cristo es el amado del Padre y nos ama con ese amor. Él no comienza desde sí mismo, sino desde el Padre. A menudo nuestras obras fracasan porque partimos de nosotros mismos y no de la gratitud. Y quién empieza por sí mismo: ¿Dónde llega? ¡Llega a sí mismo! Es incapaz de hacer camino, vuelve a sí mismo. Es precisamente esa actitud egoísta que la gente bromeando dice: “Esa persona es yo, mí, me, conmigo”. Sale de sí mismo y vuelve a sí mismo.
La vida cristiana es, ante todo, la respuesta agradecida a un Padre generoso. Los cristianos que solo siguen "deberes" denotan que no tienen una experiencia personal de ese Dios que es "nuestro".  Yo debo hacer esto, eso y lo otro… Solamente deberes. ¡Pero te falta algo! ¿Cuál es el fundamento de este deber? El fundamento de este deber es el amor de Dios Padre, que primero da y luego manda. Anteponer la ley a la relación no ayuda al camino de la fe. ¿Cómo puede un joven desear ser cristiano, si partimos de obligaciones, compromisos, coherencias y no de la liberación? ¡Pero ser cristiano es un camino de liberación! Los mandamientos te liberan de tu egoísmo y te liberan porque el amor de Dios te lleva hacia delante. La formación cristiana no se basa en la fuerza de voluntad, sino en la aceptación de la salvación, en dejarse amar: primero el Mar Rojo, luego el Monte Sinaí. Primero la salvación: Dios salva a su pueblo en el Mar Rojo, después en el Sinaí le dice lo que tiene que hacer. Pero ese pueblo sabe que hace esas cosas porque ha sido salvado por un Padre que lo ama.
La gratitud es un rasgo característico del corazón visitado por el Espíritu Santo; para obedecer a Dios, primero debemos recordar sus beneficios. San Basilio dice: "Quien no deja que esos beneficios caigan en el olvido, está orientado hacia la buena virtud y hacia toda obra de la justicia" (Reglas breves, 56). ¿A dónde nos lleva todo esto? A ejercitar la memoria: [3] ¡Cuántas cosas bellas ha hecho Dios por cada uno de nosotros! ¡Qué generoso es nuestro Padre Celestial! Ahora me gustaría proponeros un pequeño ejercicio: que cada uno, en silencio, responda para sí. ¿Cuántas cosas hermosas ha hecho Dios por mí? Esta es la pregunta. En silencio cada uno de nosotros responda. ¿Cuántas cosas hermosas ha hecho Dios por mí? Y esta es la liberación de Dios. Dios hace tantas cosas bellas y nos libera.
Y sin embargo, alguno puede sentir que aún no ha tenido una verdadera experiencia de la liberación de Dios. Puede suceder. Podría ser que uno mire en su interno y encuentre solo sentido del deber, una espiritualidad de siervos y no de hijos. ¿Qué hacer en este caso? Lo que hizo el pueblo elegido. Dice el libro del Éxodo: "Los israelitas, gimiendo bajo la servidumbre, clamaron, y su clamor que brotaba del fondo de su esclavitud, subió a Dios. Oyó Dios sus gemidos y acordóse Dios de su alianza con Abraham, Isaac y Jacob... Y miró Dios a los hijos de Israel y conoció"(Ex 2,23-25). Dios piensa en mí.
La acción liberadora de Dios al comienzo del Decálogo – es decir, de los Mandamientos- es la respuesta a este lamento. No nos salvamos solos, pero de nosotros puede salir un grito de ayuda: “Señor, sálvame, Señor enséñame el camino, Señor, acaríciame, Señor, dame un poco de alegría”. Esto es un grito que pide ayuda. Esto depende de nosotros: pedir que nos liberen del egoísmo, del pecado, de las cadenas de la esclavitud. Este grito es importante, es oración, es conciencia de lo que todavía está oprimido y no liberado en nosotros. Hay tantas cosas que no han sido liberadas en nuestra alma, “Sálvame, ayúdame, libérame”. Esta es una hermosa oración al Señor. Dios espera ese grito porque puede y quiere romper nuestras cadenas; Dios no nos ha llamado a la vida para estar oprimido, sino para ser libres y vivir con gratitud, obedeciendo con alegría a Aquel que nos ha dado tanto, infinitamente más de lo que nosotros podremos darle. Es hermoso esto ¡Que Dios sea siempre bendito por todo lo que ha hecho, lo que hace y lo que hará en nosotros!
Fuente: AciPrensa 27.06.2018 / Publicado por: O.Revette 28.06.2018


viernes, 8 de junio de 2018

El Papa Francisco: Alguien piensa que en la Iglesia hay amos. ¡No, la Iglesia somos todos, todos!

Antoine Mekary | ALETEIA | I.Media

El Pontífice en la audiencia general del miércoles 06 de Junio 2018 tronó contra el chisme que destruye las relaciones y la obra del Espíritu.

El Papa Francisco que declaró como un mal para la Iglesia el clericalismo, aseguró hoy que en la Iglesia no hay amos, ni obreros. Además instó a los católicos a evitar el cotilleo, es decir, hablar de manera maliciosa sobre una persona o sus asuntos. Porque destruye y no deja obrar el Espíritu Santo recibido por cada creyente en el bautismo, en la confirmación y en la misa. Lo dijo en la audiencia general del miércoles, 06 de junio de 2018, en la plaza de San Pedro. 
“Alguien piensa que en la Iglesia hay amos: los obispos, el papa, los sacerdotes y, luego están los demás, los obreros. ¡No! ¡La Iglesia somos todos, todos! Y todos tenemos la responsabilidad de santificarnos los unos a los otros. De cuidar de los otros. La Iglesia no es del “individuo” sino de “nosotros”.  Cada uno tiene una labor en la Iglesia: ¡Todos!”, expresó el papa Francisco.
Continuando su reflexión sobre el sacramento de la Confirmación, el Pontífice invitó a considerar los efectos que el don del Espíritu Santo hace madurar en los confirmados, llevándolos a ser, a su vez, un regalo para los demás. 
“Debemos pensar en la Iglesia como un organismo vivo, compuesto de personas que conocemos y con quienes caminamos, y no como una realidad abstracta y distante. La Iglesia somos nosotros que caminamos juntos y hoy estamos en la Plaza (de San Pedro)…nosotros. Esta es la Iglesia: ¡Todos!”.
El Papa indicó que el sacramento de la confirmación es un nexo que todos los creyentes tienen con la Iglesia universal, pero “implica activamente” a los creyentes “en la vida de la Iglesia particular a la que pertenecen, con el Obispo a la cabeza, que es el sucesor de los Apóstoles”. 

¿Por qué el saludo de la paz? 

Esta incorporación a la Iglesia a través de la confirmación (y el bautismo) “está bien representada por el signo (saludo) de la paz que concluye el ritual de la crismación. El obispo dice, de hecho, a los que reciben el sacramento: “la paz esté contigo”. Recordando el saludo de Cristo a sus discípulos. 
Así explicó el sentido de recibir y dar la paz en la misa y en la confirmación: “Nosotros en la Iglesia recibimos el Espíritu Santo y la paz, esa paz que debemos darla a los otros. Cada uno piense en su propia comunidad parroquial, por ejemplo: Tenemos la ceremonia de la confirmación. El obispo da la paz al confirmado y luego la damos entre nosotros…Esto significa armonía, caridad entre nosotros…significa paz”. 

¡Por favor, dejemos de despellejar con la lengua a los otros!

Luego, Francisco tronó contra el ‘terrorismo de la lengua’. “¿Y luego que sucede? Salimos (de la iglesia) y comenzamos a hablar mal de los demás, despellejar a los otros y comienzan los rumores y los rumores son guerras. 
Esto no puede ser. Si nosotros recibido la señal de la paz con la fuerza del Espíritu Santo debemos ser hombres y mujeres de paz. Y no ir con la lengua por ahí a destruir la paz que hizo el Espíritu. 
¡Pobre el Espíritu Santo el trabajo que tiene con nosotros, con esta costumbre de la charlatanería! Piénselo bien el chisme no es una obra del Espíritu Santo, no es una obra de la unidad de la Iglesia, el cotilleo destruye la unidad de Dios. ¡Pero, por favor, dejemos de chismorrear!”.

La paz en gestos y palabras

Asimismo, exhortó al confirmado a no “enjaular” al Espíritu Santo, a no resistir el viento que sopla para empujarlo a caminar en libertad, a no sofocar el fuego ardiente de la caridad que lleva a consumir la vida para Dios y para los hermanos. 
“Que el Espíritu Santo nos otorgue a todos el coraje apostólico para comunicar el Evangelio, con obras y palabras, a aquellos que encontramos en nuestro camino. Pero, las palabras buenas, las que construyen. No las palabras del cotilleo que destruyen. Por favor, cuando ustedes salgan de la Iglesia piensen que la paz recibida es para darla a los demás y no para destruirla con el chisme. ¡No se olviden de esto! Gracias”, concluyó. 
Fuente: Aleteia web Ary Waldir Ramos Díaz | Jun 06, 2018
Publicado por: O.Revette 08.06.2018

viernes, 1 de junio de 2018

Papa Francisco: El diablo busca destruir la armonía entre el hombre y la mujer

El Papa en Santa Marta. Foto: Vatican Media
En la homilía que ofreció este viernes 01.06.2018 en la Casa Santa Marta, el Papa Francisco señaló que el demonio continúa persiguiendo y atacando porque quiere destruir la armonía entre el hombre y la mujer, y denunció una vez más las “colonizaciones ideológicas” y otras formas de destrucción.
Francisco recordó que “detrás de toda persecución, tanto a los cristianos o a los humanos, está el diablo, es el diablo que busca destruir la confesión de Cristo en los cristianos y la imagen de Dios en el hombre y en la mujer”.
“Desde el principio ha buscado hacer esto –podemos leerlo en el Libro del Génesis–, destruir la armonía entre el hombre y la mujer que el Señor ha creado, esa armonía, que deriva del ser imagen y la semejanza de Dios”.
“Y lo ha conseguido”, manifestó. “Ha conseguido hacerlo con el engaño, la seducción, con las armas que él utiliza”, dijo. “Siempre hace así, pero hoy existe una fuerza, yo diría una furia contra el hombre y la mujer, porque si no, no se explicaría esta oleada en aumento de las destrucciones del hombre y la mujer, de lo humano”.
Así, aseguró que el mundo asiste a una “gran persecución” causada por las “colonizaciones culturales” pero también “la guerra” el “hambre” y la “esclavitud”.
Al comentar la primera lectura del día en la que se habla de la persecución a los cristianos, el Pontífice sostuvo que la persecución “es un poco el aire en el que vive el cristiano también hoy, porque también hoy hay tantos, tantos mártires, tantos perseguidos por amor a Cristo”.
“En muchos países los cristianos no tienen derechos. Si tu llevas una cruz, vas a la cárcel y hay gente en la cárcel por eso; hay gente condenada a morir por ser cristiano, hoy. Hay mucha gente asesinada, y cada vez más, más que los mártires de los primeros tiempos. ¡Muchos más! Pero esto no es noticia. Y por eso los noticieros, los periódicos no publican estas cosas, pero los cristianos son perseguidos”.
El Obispo de Roma también piensa en el “hambre” como una “injusticia” que “destruye al hombre y a la mujer porque no tienen qué comer”. También la “esclavitud” que actúa “a escondidas” y que llega a “torturas” y formas de “destrucción”.
Sobre las “colonizaciones culturales” dijo que “cuando los imperios hacen aceptar disposiciones de su cultura contra la independencia, contra la cultura de la gente, imponen cosas que no son humanas para destruir”, y llevan a la “muerte”.
A este punto subrayó que el demonio quiere “la destrucción de la dignidad” y por eso “persigue”.
“Podemos pensar en las guerras como un instrumento de destrucción de la gente, de la imagen de Dios. Pero, también, en las personas que hacen las guerras, que planifican las guerras para tener poder sobre los otros”.
“Hay gente que lleva adelante muchas industrias de armas para destruir a la humanidad, para destruir la imagen del hombre y de la mujer, sea físicamente, sea moral o culturalmente”, denunció.
“Los imperios continúan hoy día las persecuciones. No debemos permitirnos ser ingenuos. Hoy el mundo, no solo los cristianos perseguidos", sino "los humanos, el hombre y la mujer, porque el padre de toda persecución no tolera que estemos hechos a imagen y semejanza de Dios, y ataca y destruye esta imagen. No es fácil entender eso, se requiere mucha oración para entenderlo”.

Fuente: AciPrensa 01.06.2018
Publicado por: O.Revette 01.06.2018