miércoles, 9 de diciembre de 2015

Arquidiócesis de Caracas celebra Apertura Año de la Misericordia Domingo 13/12/2015

¡Domingo 13 de diciembre! Arquidiócesis de Caracas celebra Apertura Año de la Misericordia



El cardenal Urosa abrirá la Puerta Santa de la Catedral de Caracas el domingo 13 de diciembre, en horas del mediodía, luego en cada arciprestazgo se replicarán estos actos


Ramón Antonio Pérez / @GuardianCatolic

Caracas, 8 de noviembre de 2015.- El Año de la Misericordia convocado por el papa Francisco y que inició este 8 de diciembre (Fiesta de la Inmaculada) con la apertura de la Puerta Santa en El Vaticano, también tendrá su réplica en la Arquidiócesis de Caracas, cuando el domingo 13, a las 12 del mediodía, el cardenal Jorge Urosa Savino igualmente abrirá la Puerta Santa en la catedral metropolitana de esta ciudad.

Monseñor José Trinidad Fernández, es el presidente de la comisión organizadora del Año Jubilar en la arquidiócesis de Caracas, y junto a los demás obispos auxiliares acompañará al cardenal Urosa en la actividad en la que también asistirán los nuevos integrantes del consejo presbiteral y el clero de la arquidiócesis.

Se conoció que posterior a la actividad inaugural, el 27 de diciembre se realizará el Jubileo de la Misericordia en cada parroquia, donde también harán aperturas de la Puerta Santa. El programa se cumplirá a lo largo de 2016 con una serie de actividades vinculadas a las áreas de pastoral y en cada una de las parroquias que conforman a la Iglesia caraqueña. El cierre está previsto para el 20 de noviembre de 2016.

La belleza de la Fe

Monseñor Adán Ramírez, explicó mediante un trabajo de investigación que “el Jubileo tiene el objetivo de recordar a cada uno la belleza de la fe, que posee en su centro el amor misericordioso del Padre hecho visible en el rostro de Cristo sostenido por el espíritu, que guía los pasos de los creyentes en las vicisitudes de la historia”.

Indica que el Jubileo vuelve a proponer la fuerza de la misericordia de Dios “como vía principal para dejarse reconciliar con el Padre y para redescubrir con urgencia la solidaridad, del amor y del perdón entre los hermanos”.

Relata que los signos del jubileo son la peregrinación, la puerta santa, la profesión de fe y la caridad. Menciona que las Obras de Misericordia Corporales, son: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, acoger al forastero, asistir los enfermos, visitar a los presos y enterrar a los difuntos. Mientras que de las Obras de Misericordia Espirituales, son: ser vigilantes, tener espíritu conciliador y orar.

El programa de los dos primeros meses de 2016 en la Arquidiócesis de Caracas, contempla las siguientes actividades:
  • El 24 de enero, celebración ecuménica de la Misericordia, en el seminario “San José” de El Hatillo, siendo responsable el padre Ramón Vinke.
  • El 29 de enero, en cada parroquia se cumplirá el jubileo del mundo educativo, siendo responsable la directiva de AVEC;
  • El 2 de febrero, corresponde el Jubileo a la Vida Consagrada, y la celebración será en el Templo Nacional Don Bosco de Altamira, siendo responsable de su organización la Conferencia de Religiosos y Religiosas de Venezuela - CONVER.
  • El 11 de febrero, es el turno de la pastoral de la salud, pastoral social, y la Ruta de José Gregorio Hernández, en la parroquia Nuestra Señora de la Candelaria.
  • El 21 de febrero, corresponde el jubileo a la curia arzobispal y del personal de secretaría de los despachos parroquiales de la arquidiócesis, siendo la actividad central en la Catedral de Caracas bajo responsabilidad de monseñor Adán Ramírez. En esta misma fecha y bajo la responsabilidad del padre Armelín De Sousa, será el jubileo de los jóvenes, el cual se desarrollará en cada parroquia.


Fuente: Ramón Antonio Pérez @GuardianCatolic
Publicado por: O.Revette 09.12.2015 06:36pm
Pastoral de Comunicación Social SCB
Caricuao Caracas Venezuela

jueves, 3 de diciembre de 2015

San Francisco Javier 03 de Diciembre

03 de Diciembre Dia de San Francisco Javier, el gigante de las misiones


San Francisco Javier

ROMA, 03 Dic. 15 / 12:01 am (ACI).- Hoy 03 de diciembre la Iglesia celebra a San Francisco Javier, sacerdote jesuita considerado patrono de todos los misioneros y llamado “gigante de la historia de las misiones”, por las muchas conversiones que logró en el lejano oriente en tiempos muy difíciles.
San Francisco Javier nació en 1506, en el castillo de Javier de Navarra, cerca de Pamplona (España). A los 18 años fue a estudiar a la Universidad de París (Francia) y obtuvo el grado de licenciado. Tuvo como compañero de pensión al Beato jesuita Pedro Favre y conoció al entonces estudiante San Ignacio de Loyola, quien le solía repetir la frase de Cristo: “¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si se pierde a sí mismo?”
Poco a poco estas palabras fueron calando en su corazón. Gracias a los ejercicios espirituales de San Ignacio pudo comprender lo que su amigo le decía: "Un corazón tan grande y un alma tan noble no pueden contentarse con los efímeros honores terrenos. Tu ambición debe ser la gloria que dura eternamente".
Se consagró al servicio de Dios con los jesuitas en 1534.  Años después fue ordenado sacerdote en Venecia. Más adelante, estando en Roma, San Francisco Javier ayudó a San Ignacio con la redacción de las Constituciones de la Compañía de Jesús.
En la primera expedición misionera de la Compañía, parte el santo rumbo a la India. Hizo escala en Lisboa (Portugal), para encontrarse con el P. Rodríguez, quien también tenía la misión de acompañarlo. Pero el rey Juan III les tomó mucha estima por las obras caritativas que hacían y el P. Rodríguez tuvo que quedarse.
Antes de continuar su viaje a la India, el rey entrega al santo un “breve” de parte del Papa que lo nombraba Nuncio Apostólico en el oriente. Posteriormente, luego de una larga travesía, San Francisco Javier y otros dos compañeros llegan a Goa, colonia portuguesa.
Lamentablemente los desórdenes morales de los cristianos portugueses habían hecho que muchos se alejaran de la Fe. Una de estas contradicciones era que se usaba el Rosariopara contar el número de azotes a los esclavos.
Entonces el santo emprendió una ardua tarea de catequesis. Atendía a los enfermos, celebraba la Misa con los leprosos, enseñaba a los esclavos y hasta adaptaba las verdades del cristianismo a la música popular. Poco después sus canciones se cantaban en las calles, casas, campos y talleres.
Comenzaron a darse tantas conversiones en la tribu de los paravas, que el santo escribió a sus hermanos en Europa que algunas veces con las justa podía mover los brazos, por lo fatigados que estaban al administrar un gran número de bautizos.
Sin embargo también fue testigo de los abusos que los portugueses y paganos cometían contra los nativos, algo que describió como “una espina que llevo constantemente en el corazón”. Posteriormente San Francisco Javier escribiría al rey de Portugal para denunciar el estado de la misión.
Luego continuó con su misión evangelizadora por diferentes ciudades, pueblos e islas. En 1549 partió de la India al Japón con la ayuda de dos hermanos de la Orden y dos japoneses que se habían convertido.  Al cabo de un año logró unas cien conversiones y las autoridades japonesas le prohibieron que continuara con su labor pastoral.
Se trasladó a otros pueblos, convirtiendo a muchos, y hasta pudo conseguir prestado un antiguo templo budista donde bautizó a un gran número de personas. Retornó a visitar a la comunidades de la India y luego se trasladó a Malaca, donde emprendería el viaje a la China, territorio inaccesible para los extranjeros.
Parte con una expedición y llega a la isla desierta de Sancián (Shang-Chawan), cerca a la costa y a cien kilómetros al sur de Hong Kong.  Sin embargo, San Francisco Javier cae enfermo y una fuerte fiebre lo va consumiendo. El 3 de diciembre de 1552 partió a la Casa del Padre pronunciando el nombre de Jesús.
Su féretro fue llenado de barro para que posteriormente pudiera ser trasladado. Después de diez semanas quitaron el barro y vieron que su cuerpo estaba incorrupto y que no había perdido el color.
El cuerpo del santo fue llevado a Malaca, donde todos salieron a recibirlo con alegría y finalmente fue trasladado a Goa, donde los médicos comprobaron su estado incorrupto. Ahí, en la Iglesia del Buen Jesús, reposan sus restos hasta hoy.
San Francisco Javier fue canonizado en 1622 junto a otro grandes santos como San Ignacio de Loyola, Santa Teresa de Ávila, San Felipe Neri y San Isidro Labrador.

San Francisco Javier

El Papa Pío X nombró a San Francisco Javier como Patrono de todos los misioneros porque fue sin duda uno de los misioneros más grandes que han existido, siendo llamado con justa razón el "gigante de la historia de las misiones".
San Francisco empezó a ser misionero a los 35 años y murió de sólo 46. En once años recorrió la India (país inmenso), el Japón y varios países más. Su deseo de ir a Japón era tan grande que exclamaba: "si no consigo barco, iré nadando". Fue un verdadero héroe misional.
El santo nació cerca de Pamplona (España) en el castillo de Javier, en el año 1506. Fue enviado a estudiar a la Universidad de París, y estando allí conoció a San Ignacio de Loyola con quien estableció una sólida y bonita amistad. San Igancio le repetía constantemente la famosa frase de Jesucristo: "¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si se pierde a sí mismo?" y fue justamente esta amistad y las frecuentes pláticas e intensas oraciones lo que transformó por completo a San Francisco Javier, quien fue uno de los siete primeros religiosos con los cuales San Ignacio fundó la Compañía de Jesús o Comunidad de Padres Jesuitas.
Su gran anhelo era poder misionar y convertir a la gran nación china. Pero en ese lugar estaba prohibida la entrada a los blancos de Europa. Al fin consiguió que el capitán de un barco lo llevara a la isla desierta de San Cian, a 100 kilómetros de Hong - Kong, pero allí lo dejaron abandonado, se enfermó y consumido por la fiebre, murió el 3 de diciembre de 1552, pronunciando el nombre de Jesús, la edad de 46 años.
Años más tarde, sus compañeros de la congregación quisieron llevar sus restos a Goa, y encontraron su cuerpo incorrupto, conservandose así hasta nuestros días. San Francisco Javier fue declarado santo por el Sumo Pontífice en 1622 junto con Santa Teresa, San Ignacio, San Felipe y San Isidro.
Fuente: AciPrensa
Publicado por: O.Revette 03.12.2015 08:04am
Pastoral de Comunicación Social SCB
Caricuao Caracas Venezuela

jueves, 26 de noviembre de 2015

El Papa advierte a sacerdotes y consagrados sobre el pecado que hace vomitar a Dios

El Papa advierte a sacerdotes y consagrados sobre el pecado que “hace vomitar a Dios”


Papa Francisco llegando al encuentro con sacerdotes, religiosos, y seminaristas de Kenia / Foto: L'Osservatore Romano
Papa Francisco llegando al encuentro con sacerdotes, religiosos, y seminaristas de Kenia 

NAIROBI, 26 Nov. 15 / 09:33 am (ACI).- El Papa Francisco improvisó un discurso en español hoy en su encuentro con el clero, religiosos, religiosas y seminaristas para hablarles “de mi corazón a ustedes”. En el mensaje, el Santo Padre les advirtió sobre un pecado “que le da asco a Dios” y le hace vomitar.
El Santo Padre recordó que “San Pablo le decía a sus discípulos ‘acordate de Jesucristo, acordate de Jesucristo crucificado’”, y señaló que “cuando un consagrado, una consagrada, un sacerdote se olvida de Cristo crucificado, pobrecito, cayó en un pecado muy feo, un pecado que le da asco a Dios, que hace vomitar a Dios, el pecado de la tibieza”.
“Queridos sacerdotes, hermanas, hermanos, cuiden de no caer en el pecado de la tibieza”, exhortó el Papa.
Francisco pidió a los sacerdotes y consagrados que “nunca se alejen de Jesús. Esto quiere decir que nunca dejen de orar. ‘Padre, pero a veces es tan aburrido orar, uno se cansa, se duerme’. Dormite delante del Señor, es una manera de rezar, pero quédate ahí delante del Señor, rezá, no dejes la oración”.
El Papa advirtió que “si un consagrado deja la oración, el alma se seca, como esos higos ya secos, son feos, tienen una apariencia fea. El alma de una religiosa, de un religioso, de un sacerdote que no reza es un alma fea. Perdón, pero es así”.
El Santo Padre alentó a cuestionarse si “¿yo le quito tiempo al sueño, le quito tiempo a la radio, a la televisión, a las revistar para rezar? ¿O prefiero lo otro, ponerse delante de aquel que empezó la obra y que la está terminando en cada uno de ustedes?”.
El Papa subrayó que Jesús “comenzó su obra el día en que nos miró en el bautismo, el día que nos miró después, cuando nos dijo ‘si tenés ganas, vení conmigo’, y bueno ahí nos metimos en fila y empezamos el camino, pero el camino lo empezó Él, no nosotros”.
Además, Francisco precisó que “en el seguimiento de Jesucristo sea en elsacerdocio, sea en la vida consagrada, se entra por la puerta, la puerta es Cristo, Él llama, Él empieza, Él va haciendo el trabajo”.
“Hay algunos que quieren entrar por la ventana. No sirve eso”, indicó, y pidió que “si alguno ve que un compañero o una compañera entró por la ventana, abrácelo, y explíquele que mejor que se vaya y que sirva a Dios en otro lado, porque nunca va a llegar a término una obra que no empezó Jesús por la puerta”.
Esto, destacó, “nos tiene que llevar a una conciencia de elegidos. Yo fui mirado, yo fui elegido”.
“Me impresiona el comienzo del Capítulo 16 de Ezequiel: ‘Eras hijo de extranjeros, estabas recién nacido y tirado. Yo pasé, te limpié y te llevé conmigo’. Ese es el camino, esa es la obra que el Señor comenzó cuando nos miró”.
El Papa señaló que hay algunas personas “que no saben para qué Dios los llama, pero sienten que Dios los llamó. Vayan tranquilos, Él les hará comprender para qué los llamó”.
“Hay otros que quieren seguir al Señor pero con interés, por interés”, advirtió el Santo Padre y recordó el caso “de la mamá de Santiago y Juan, ‘Señor te quiero pedir que cuando partas la torta le des la parte más grande a mis dos hijos, uno a tu derecha y otro a tu izquierda’”.
“Está la tentación de seguir a Jesús por ambición, ambición de dinero, ambición de poder”, indicó, y subrayó que “en la vida del seguimiento de Jesús no hay lugar ni para la propia ambición ni para las riquezas ni para ser una persona importante en el mundo”.
“A Jesús se lo sigue hasta el último paso de su vida terrena: la cruz. Después Él se encarga de resucitarte, pero hasta ahí anda vos”, señaló.
El Papa aseguró que “la Iglesia no es una empresa, no es una ONG, la Iglesia es un misterio, es el misterio de la mirada de Jesús sobre cada uno, que le dice ‘vení’”.
El Santo Padre también destacó que “evidentemente que Jesús cuando nos elige no nos canoniza. Seguimos siendo los  mismos pecadores”.
“Todos somos pecadores. Yo el primero, después ustedes. Pero nos lleva adelante la ternura y el amor de Jesús”, dijo.
“¿Ustedes se acuerdan en el Evangelio cuando lloró el apóstol Santiago? ¿Y cuándo lloró el apóstol Juan? ¿Y cuándo lloró algún otro apóstol? Uno solo, nos dice el Evangelio que lloró, el que se dio cuenta que era pecador. Tan pecador era que había traicionado a su Señor. Y cuando se dio cuenta de eso, lloró”, dijo Francisco, y señaló que “después Jesús lo hizo Papa. ¿Quién entiende a Jesús? Un misterio”.
“Nunca dejen de llorar”
El Papa alentó además a los sacerdotes y consagrados a que “nunca dejen de llorar”, pues “cuando a un sacerdote, a un religioso, religiosa, se le secan las lágrimas, algo no funciona”.
“Llorar por la propia infidelidad, llorar por el dolor del mundo, llorar por la gente que está descartada, por los viejitos abandonados, por los niños asesinados, por las cosas que no entendemos, llorar cuando nos preguntan: ¿por qué?”, alentó Francisco.
“Ninguno de nosotros tiene todos los porqué, todas las respuestas a los porqués”, dijo, e indicó que “cada vez que yo saludo a un niño con cáncer, con tumor, con una enfermedad rara, como se llaman ahora, pregunto por qué sufre este niño, y yo no tengo respuesta para eso. Solamente miro a Jesús en la cruz”.
“Hay situaciones en la vida que solo nos llevan a llorar mirando a Jesús en la cruz y esa es la única respuesta para ciertas injusticias, para ciertos dolores, para ciertas situaciones en la vida”, señaló.
Servir y no hacerse servir
El Papa reiteró que “todo el que se dejó elegir por Jesús es para servir, para servir al pueblo de Dios. Para servir a los más pobres, los más descartados, los más humildes, para servir a los niños y a los ancianos, para servir también a la gente que no es consciente de la soberbia y del pecado que lleva adentro”.
“Dejarse elegir por Jesús es dejarse elegir para servir. No para hacerse servir”, señaló.
Francisco recordó que “hace un año más o menos hubo un encuentro de sacerdotes” para unos ejercicios espirituales. En esa ocasión, “cada día había un turno de sacerdotes que tenía que servir a la mesa”.
“Algunos de ellos se quejaron: ‘no, nosotros tenemos que ser servidos, nosotros pagamos, podemos pagar para que nos sirvan’. Por favor nunca eso en la Iglesia”, pidió el Papa.
Cerca del final de su discurso improvisado en español, Francisco aseguró que se emociona cuando después de una Misa saluda a sacerdotes y religiosas que durante décadas sirven en hospitales o en misiones lejanas.
“Me toca el alma. Esta mujer o este hombre entendió que seguir a Jesús es servir a los demás y no servirse de los demás”, dijo.
El Papa concluyó agradeciendo a los sacerdotes, religiosas, religiosos y seminaristas por “animarse a seguir a Jesús”.
“Gracias por cada vez que se sienten pecadores. Gracias por cada caricia de ternura que le dan a los que los necesitan. Gracias por todas las veces que ayudaron a morir en paz a tanta gente. Gracias por quemar la vida en la esperanza. Y gracias por dejarse ayudar y corregir y perdonar todos los días”, dijo.
“Y les pido al darles gracias que no se olviden de rezar por mí, porque yo lo necesito”, concluyó.
Fuente: AciPrensa
Publicado por: O.Revette 26.11.2015 4:59pm
Pastoral de Comunicación Social SCB y 
Apostolado de Comunicación Social de la Pastoral Familiar SCB

sábado, 7 de noviembre de 2015

Es triste ver a sacerdotes y obispos apegados al dinero "Papa Francisco"

Papa Francisco: Es triste ver a sacerdotes y obispos apegados al dinero


El Papa pronuncia la homilía en la Misa / Foto: L'Osservatore Romano

VATICANO, 06 Nov. 15 / 06:45 am (ACI).- El Papa Francisco mostró esta mañana su preocupación por los sacerdotes y obispos que están apegados al dinero. En la homilía que pronunció en la Casa Santa Marta meditó así sobre el Evangelio de la liturgia en unos días en los que se habla del contenido de la publicación de dos libros que intentarían demostrar el mal uso que el Vaticano hace del dinero.
“También en la Iglesia hay de estos que en lugar de servir, de pensar en los otros, de sentar las bases, se sirven de la Iglesia: los carreristas, los apegados al dinero”, afirmó Francisco.
“Y cuántos sacerdotes, obispos hemos visto así. Es triste decirlo, ¿no? La radicalidad del Evangelio, de la llamada de Jesucristo es servir, estar al servicio, no detenerse, ir siempre más allá, olvidándose de sí mismo”.
El Papa dijo que esta “es la comodidad del status: ‘yo he alcanzado un status y vivo cómodamente sin honestidad, como esos fariseos de los que habla Jesús que se paseaban en las plazas, haciéndose ver por los otros”.
Existen por tanto “dos imágenes de los cristianos, dos imágenes de sacerdotes, dos imágenes de religiosas. Dos imágenes”. Y Jesús “nos hace ver este modelo en Pablo, en esta Iglesia que nunca está parada”, sino que “siempre va adelante y nos hace ver que ese es el camino”.
Porque “cuando la Iglesia es tibia, está cerrada en sí misma, comercia tantas veces, esto no se puede decir: que sea una Iglesia ‘ministra’, que esté al servicio, sino que se sirve de los otros”.
El Papa explicó que “existen dos figuras: la de servir y la de ser servido”. Comentando la lectura de San Pablo afirmó que el apóstol “se donó todo él al servicio, siempre” hasta que llegó a Roma y “traicionado por algunos de los suyos” fue después “condenado”. “Él se enorgullecía de servir, de ser elegido, de tener la fuerza del Espíritu Santo”.
“Administraba, sentando las bases, es decir, anunciando a Jesucristo”, añadió Francisco.
Francisco relató que en el Evangelio se observa a otro siervo “que en lugar de servir a los otros se sirve de los otros”. “Hemos leído lo que ha hecho este siervo, con cuanta perspicacia se ha comportado para permanecer en su puesto”.
Sin embargo, el Apóstol “nunca se detenía para obtener ventaja de un puesto, de una autoridad, de ser servido”, sino que él mismo era el que servía, manifestó Francisco.
“Yo os digo cuanta alegría tengo, yo, que me conmuevo, cuando a esta Misavienen algunos sacerdotes y me saludan: ‘Oh padre, he venido aquí a encontrar a los míos, porque desde hace 40 años soy misionero en el Amazonas’. O una religiosa que dice: ‘No, yo trabajo desde hace 30 años en un hospital en África’. O cuando encuentro a la hermana que desde hace 30 o 40 años está en la sala del hospital con los discapacitados, siempre sonriente. Esto se llama servir, esta es la alegría de la Iglesia: ir a los demás, siempre; ir a los demás y dar la vida. Esto es lo que ha hecho Pablo: servir”.
Al terminar, el Papa pidió “que el Señor nos de la gracia que le ha dado a Pablo, ese punto de honor de ir siempre adelante, siempre, renunciando a las propias comodidades tantas veces, y que os salve de las tentaciones, de estas tentaciones que en el fondo son tentaciones de una doble vida: me hago ver como un ministro, es decir, como el que sirve, pero en el fondo me sirvo de los otros”. 
Las Lecturas sobre las que reflexionó el Papa fueron las siguientes:
Primera Lectura: Romanos 15,14-21
Respecto a vosotros, hermanos, yo personalmente estoy convencido de que rebosáis de buena voluntad y de que os sobra saber para aconsejaros unos a otros. A pesar de eso, para traeros a la memoria lo que ya sabéis, os he escrito, a veces propasándome un poco. Me da pie el don recibido de Dios, que me hace ministro de Cristo Jesús para con los gentiles: mi acción sacra consiste en anunciar el Evangelio de Dios, para que la ofrenda de los gentiles, consagrada por el Espíritu Santo, agrade a Dios. En Cristo Jesús estoy orgulloso de mi trabajo por Dios. Sería presunción hablar de algo que no fuera lo que Cristo hace por mi medio para que los gentiles respondan a la fe, con mis palabras y acciones, con la fuerza de señales y prodigios, con la fuerza del Espíritu de Dios. Tanto, que en todas direcciones, a partir de Jerusalén y llegando hasta la Iliria, lo he dejado todo lleno del Evangelio de Cristo. Eso sí, para mí es cuestión de amor propio no anunciar el Evangelio más que donde no se ha pronunciado aún el nombre de Cristo; en vez de construir sobre cimiento ajeno, hago lo que dice la Escritura: “Los que no tenían noticia lo verán, los que no habían oído hablar comprenderán”.
Evangelio: Lucas 16,1-8
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Un hombre rico tenía un administrador y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: ‘¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido’. El administrador se puso a echar sus cálculos: ‘¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa’. Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo dijo al primero: ‘Cuánto debes a mi amo?’ Éste respondió: ‘Cien barriles de aceite’. Él le dijo: ‘Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta’. Luego dijo a otro: ‘Y tú, ¿cuánto debes?’ Él contestó: ‘Cien fanegas de trigo’. Le dijo: ‘Aquí está tu recibo, escribe ochenta’. Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz”.
Fuente: AciPrensa
Publicado por: O.Revette 07/11/2015 07:38am
Pastoral de Comunicación Social SCB y 
Apostolado de Comunicación Social de la Pastoral Familiar SCB

viernes, 6 de noviembre de 2015

La vida es un don que debe ser protegido y defendido "Papa Francisco"

El Papa Francisco recuerda que la vida es un don que debe ser protegido y defendido


El Papa pronuncia un discurso / Foto: L'Osservatore Romano

VATICANO, 06 Nov. 15 / 08:49 am (ACI).- La defensa de la vida humana debe ser una prioridad para los cristianos puesto que es “un don que debe ser protegido de diversas formas de degradación”. “Para los discípulos de Cristo, ayudar a la vida humana significa ir al encuentro de las personas que están en la necesidad, ponerse a su lado, hacerse cargo de su fragilidad y de su dolor, para que puedan recuperarse”.
La Sala Regia del Palacio Apostólico acogió esta mañana una audiencia del Papa Francisco a los participantes del Congreso Nacional Italiano de Centros de Ayuda a la Vida que se celebra estos días en Roma.
“Si de una parte no parece práctico un camino educativo para la acogida de los seres débiles que nos rodean (…) cuando no se da protección a un embrión humano, de otra parte la vida humana misma es un don que debe ser protegido de diversas formas de degradación”, dijo Francisco citando su encíclica Laudato Si’.
El Pontífice les animó “a proseguir vuestra importante labor en favor de la vida desde la concepción hasta su muerte natural, teniendo en cuenta las condiciones de sufrimiento que tantos hermanos y hermanas deben afrontar”.
“En las dinámicas existenciales todo está en relación, y se debe fomentar la sensibilidad personal y social hacia la acogida de una nueva vida y hacia aquellas situaciones de pobreza y de explotación que golpean a las personas más débiles y desfavorecidas”, dijo Francisco.
El Papa también destacó que el servicio que prestan todos ellos no es solo social, sino también “debido y noble”.
El Papa señaló que las familias, los ancianos y los jóvenes tienen numerosos sufrimientos y “heridos en el cuerpo y en el espíritu, son iconos de ese hombre bueno del Evangelio que, recorriendo el camino desde Jerusalén a Jericó, cayó en manos de los ladrones que le robaron y le golpearon”.
“Él experimentó primero la indiferencia de algunos y después la proximidad del Buen Samaritano”.
“También en nuestro tiempo hay muchos heridos a causa de los ladrones de hoy, a los que les despojan no solo de sus pertenencias, sino también de su dignidad”.
Por eso, “frente al dolor y a la necesidad de estos hermanos nuestros indefensos, algunos les dan la espalda o se alejan, mientras que otros se detienen y responden con dedicación generosa a su grito de ayuda”.
Francisco les dijo que ellos imitan al Buen Samaritano y “ante las formas de amenaza a la vida humana, ustedes están en la fragilidad del prójimo, ustedes se han dedicado a ellos para que en la sociedad no sean excluidos y descartados cuantos viven en condiciones de precariedad”.
Por otro lado, les invitó a no cansarse “de realizar obras por la tutela de las personas más indefensas, que tienen el derecho de nacer a la vida, como también de cuantos piden una existencia más sana y digna”.
“Se necesita trabajar, a diversos niveles y con perseverancia, en la promoción y en la defensa de la familia, primer recurso de la sociedad, sobre todo en referencia al don de los hijos y a la afirmación de la dignidad de la mujer”.
El Pontífice agradeció que ellos acojan a todos independientemente de su religión o nacionalidad. “El gran número de mujeres, especialmente inmigrantes, que se dirigen a vuestros centros demuestra que cuando se ofrece una ayuda concreta, la mujer, a pesar de los problemas y condicionamientos, está en grado de hacer triunfar dentro de sí el sentido del amor, de la vida y de la maternidad”. 
Antes de concluir, el Papa les pidió también cuidar de su espiritualidad y dijo que el próximo Jubileo de la Misericordia será una ocasión propicia para ello. 
Fuente: AciPrensa
Publicado por: O.Revette 06/11/2015 03:50pm
Pastoral de Comunicacion Social SCB

miércoles, 4 de noviembre de 2015

San Juan Pablo II Sobre San Carlos Borromeo, su Patrono en su pontificado

San Carlos Borromeo (Caricuao Caracas Venezuela) 
Foto: O.Revette


Hoy es fiesta de San Carlos Borromeo, Patrono de San Juan Pablo II

JUAN PABLO II


AUDIENCIA GENERAL

Miércoles 4 de noviembre de 1981


El encuentro pastoral del Papa con los fieles se desarrolló en dos tiempos sucesivos. El primero, en la basílica de San Pedro, donde se hallaban congregados todos los peregrinos de lengua alemana.  El segundo tiempo de la audiencia tuvo lugar en laSala "Pablo VI",

Sala Pablo VI

1. Hoy, 4 de noviembre, la Iglesia recuerda, como todos los años, la figura de San Carlos Borromeo, obispo y confesor. Puesto que he recibido en el bautismo precisamente el nombre de este Santo, deseo dedicarle la reflexión de la audiencia general de hoy, haciendo referencia a todas las precedentes reflexiones del mes de octubre. En ellas he tratado —tras unos meses de intervalo, a causa de la estancia en el hospital— de compartir con vosotros, queridos hermanos y hermanas, los pensamientos que nacieron en mí bajo el influjo del evento del 13 de mayo. La reflexión de hoy se inserta también en esta trama principal. A todos aquellos que en el día de mi Santo Patrono se unen a mí en la oración, deseo repetir una vez más las palabras de la Carta a los Efesios, que ya cité el miércoles pasado: Orad "por todos los santos, y por mí, a fin de que cuando hable me sean dadas palabras con que dar a conocer con libertad el misterio del Evangelio, del que soy embajador..." (Ef 6, 18-20).

2. San Carlos es precisamente uno de esos Santos, a quien le fue dada la palabra "para dar a conocer el Evangelio", del cual era "embajador", habiendo heredado su misión de los Apóstoles. El realizó esta misión de modo heroico con la entrega total de sus fuerzas. La Iglesia le miraba y, al mirarle, se edificaba: en una primera época, en el período del Concilio Tridentino, en cuyos trabajos participó activamente desde Roma, soportando el peso de una correspondencia nutrida, colaborando para llevar a feliz éxito la fatiga colegial de los padres conciliares, según las necesidades del Pueblo de Dios de entonces. Y se trataba de necesidades apremiantes. Luego, el mismo cardenal, como arzobispo de Milán, sucesor de San Ambrosio, se convierte en el incansable realizador de las resoluciones del Concilio. traduciéndolas a la práctica mediante diversos Sínodos diocesanos.

La Iglesia —y no sólo la de Milán— le debe una radical renovación del clero, a la cual contribuyó la institución de los seminarios, cuyo origen se remonta precisamente al Concilio de Trento. Y otras muchas obras, entre las cuales la institución de las cofradías, de las pías asociaciones, de los oblatos-laicos, que prefiguraban ya a la Acción Católica, los colegios, los hospitales para pobres, y finalmente la fundación de la Universidad de Brera en 1572. Los volúmenes de las "Acta Ecclesiae Mediolanensis" y los documentos que se refieren a las visitas pastorales, atestiguan esta intensa y clarividente actividad de San Carlos, cuya vida se podría sintetizar en tres expresiones magníficas: fue un Pastor santo, un maestro iluminado, un prudente y sagaz legislador.

Cuando, algunas veces en mi vida, he tenido ocasión de celebrar el Santísimo Sacrificio en la cripta de la catedral de Milán, donde descansa el cuerpo de San Carlos, se me presentaba ante los ojos toda su actividad pastoral dedicada hasta el fin al pueblo al que había sido enviado. Concluyó esta vida el año 1584, a la edad de 46 años, después de haber prestado un heroico servicio pastoral a las víctimas de la peste que habla afligido a Milán.

3. He aquí algunas palabras pronunciadas por San Carlos, indicativas de esa total entrega a Cristo y a la Iglesia, que inflamó el corazón y toda la obra pastoral del Santo. Dirigiéndose a los obispos de la región lombarda, durante el IV Concilio Provincial de 1576, les exhortaba así: "Estas son las almas para cuya salvación Dios envió a su único Hijo Jesucristo... El nos indicó también a cada uno de los obispos, que hemos sido llamados a participar en la obra de la salvación, el motivo más sublime de nuestro ministerio y enseñó que, sobre todo, el amor debe ser el maestro de nuestro apostolado, el amor que El (Jesús) quiere expresar por medio de nosotros, a los fieles que nos han sido confiados, con la predicación frecuente, con la saludable administración de los sacramentos, con los ejemplos de una vida santa... con un celo incesante" (cf. Sancti Caroli BorromeiOrationes XII, Romae 1963. Oratio IV).

Lo que inculcaba a los obispos y a los sacerdotes, lo que recomendaba a los fieles, él lo practicaba el primero de modo ejemplar.

4. En el bautismo recibí el nombre de San Carlos. Me ha sido otorgado vivir en los tiempos del Concilio Vaticano II, el cual, como antes el Concilio Tridentino, ha tratado de mostrar el sentido de la renovación de la Iglesia según las necesidades de nuestro tiempo. Pude participar en este Concilio desde el primer día hasta el último. Me fue dado también —como mi Patrono— pertenecer al Colegio Cardenalicio. Traté de imitarle, introduciendo en la vida de la archidiócesis de Cracovia las enseñanzas del Concilio Vaticano II.

Hoy, día de San Carlos, medito la gran importancia que tiene el bautismo, en el que recibí precisamente su nombre. Con el bautismo, según las palabras de San Pablo, somos sumergidos en la muerte de Cristo para recibir de este modo la participación en su resurrección. He aquí las palabras que escribe el Apóstol en la Carta a los Romanos: "Con Él hemos sido sepultados por el bautismo para participar en su muerte, para que como El resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva. Porque, si hemos sido injertados en El por la semejanza de su muerte, también lo seremos por la de su resurrección" (Rom 6, 4-5).

Mediante el bautismo, cada uno de nosotros recibe la participación sacramental en esa Vida que —merecida a través de la cruz— se ha revelado en la resurrección de nuestro Señor y Redentor. Al mismo tiempo, arraigándonos con todo nuestro ser humano en el misterio de Cristo, somos consagrados por primera vez en El al Padre. Se realiza en nosotros el primero y fundamental acto de consagración, mediante el cual, el Padre acepta al hombre como su hijo adoptivo: el hombre se entrega a Dios, para que en esta filiación adoptiva realice su voluntad y se convierta de manera cada vez más madura en parte de su Reino. El sacramento del bautismo comienza en nosotros ese "sacerdocio real", mediante el cual participamos en la misión de Cristo mismo, Sacerdote, Profeta y Rey.

El Santo, cuyo nombre recibimos en el bautismo, debe hacernos constantemente conscientes de esta filiación divina que se ha convertido en nuestra parte. Debe también ayudar a cada uno a formar toda la vida humana a medida de lo que ha sido hecho por obra de Cristo: por medio de su muerte y resurrección. He aquí el papel que San Carlos realiza en mi vida y en la vida de todos los que llevan su nombre.

5. El evento del 13 de mayo me ha permitido mirar la vida de modo nuevo: esta vida, cuyo comienzo está unido a la memoria de mis padres y simultáneamente al misterio del bautismo y al nombre de San Carlos Borromeo.Jn 12, 24).

¿Acaso no ha dicho Cristo: "El que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la hallará"? (Mt 16, 25).

Y además: "No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, que al alma no pueden matarla; temed más bien a aquel que puede perder el alma y el cuerpo en la gehenna" (Mt 10, 28).
Y también: "Nadie tiene amor mayor que éste de dar uno la vida por sus amigos" (Jn 15, 13).

Todas estas palabras aluden a esa madurez interior, que la fe, la esperanza y la gracia de nuestro Señor Jesucristo hacen alcanzar en el espíritu humano.

Mirando mi vida en la perspectiva del bautismo, mirándola a través del ejemplo de San Carlos Borromeo, doy las gracias a todos los que hoy, en todo el período pasado, y continuamente, también ahora, me sostienen con la oración y a veces incluso con grandes sacrificios personales. Espero que, gracias a esta ayuda espiritual, podré alcanzar esa madurez que debe ser mi parte (así como también la de cada uno de nosotros) en Jesucristo crucificado y resucitado —para bien de la Iglesia y salvación de mi alma—, del mismo modo que ella fue la parte de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, y de tantos Sucesores de San Pedro en la Sede romana, a la cual, según las palabras de San Ignacio de Antioquía, corresponde "presidir en la caridad" (Carta a los Romanos, Inscr. Funk, Patres Apostolici, I, 252).


Basílica de San Pedro

Queridos hermanos y hermanas:

Aquí junto a la tumba de San Pedro, saludo lleno de alegría a todos los grupos y peregrinos de habla alemana. Un especial y cordialísimo saludo de bienvenida a la nutrida peregrinación de minusválidos del Servicio Auxiliar de Malta. Doy las gracias a los organizadores, acompañantes y ayudantes que han hecho posible este encuentro, y quiero también animar a cuantos padecen alguna dolencia o impedimento.

A vosotros, queridos hermanos y hermanas minusválidos, querría una vez más recomendaros para vuestra reflexión y vuestra oración lo que, hace ahora casi un año, os dije en Osnabrück cuando visité Alemania: «Como se nos ha demostrado siempre, la voluntad de Dios es para nosotros en última instancia un menaje de alegría, un mensaje para nuestra salvación eterna. Esto es también válido para vosotros que, como hombres físicamente impedidos, habéis sido llamados a un modo especial de seguimiento de Cristo, el seguimiento de la cruz. Cristo os invita... a aceptar vuestras debilidades como su yugo, como la senda que sigue sus huellas... Sólo vuestro pronto "sí" a la voluntad de Dios, que a menudo se escapa a nuestro modo natural de ver las cosas, puede haceros felices y regalaros ya desde ahora una íntima alegría que no puede ser anulada por ninguna necesidad externa». Os deseo fuerza y disponibilidad para este "sí" interior a vuestra personalísima vocación, y lo pido de todo corazón para vosotros como gracia especial de vuestra peregrinación a Roma.

La fiesta de hoy atrae ahora nuestra atención hacia el gran obispo y confesor de la fe, San Carlos Borromeo, cuyo nombre yo recibí en el bautismo. A cuantos se unen en la oración conmigo en la fiesta de hoy, quiero repetirles —como ya lo hice el pasado miércoles— las palabras de San Pablo en la Carta a los Efesios: "Rezad... por todos los santos, y también por mi, para que, al abrir mi boca, se me conceda la palabra para dar a conocer con franqueza el misterio del Evangelio..." (Ef 6, 18-20). Este servicio al Evangelio de Jesucristo lo realizó heroicamente San Carlos con todas sus fuerzas. Su celo pastoral y su infatigable entrega al Pueblo de Dios a él encomendado han sido siempre un ejemplo para mí.

La fiesta onomástica nos recuerda igualmente la gracia de nuestro bautismo, a través del cual hemos sido sepultados con Cristo para resucitar también con El de entre los muertos. Sólo si estamos dispuestos a caer en tierra, como el grano de trigo, y morir con Cristo, podemos realmente dar fruto. El mismo Cristo nos ha anunciado: "El que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la hallará" (Mt 16, 25). Pidamos unos para otros el coraje necesario para arriesgar como creyentes nuestra vida por Cristo y su Reino. Para ello, con mis mejores deseos de un día feliz y dichoso en la Ciudad Eterna, os imparto cordial-mente a todos vosotros mi bendición apostólica.


Saludos

Quiero empezar estas palabras en lengua española dirigiendo un saludo cordial a cada persona, familia o grupo de dicha lengua aquí presentes, en especial al grupo procedente de Rosas (Gerona). Pido para todos la fidelidad a las exigencias del propio bautismo.

Me invita a aludir a ese tema la fiesta de San Carlos, de quien recibí el nombre el día de mi bautismo. Con este sacramento nos convertimos en hijos de Dios, lo cual nos compromete a una vida coherente, de acuerdo con las enseñanzas de Cristo.

Agradezco a todos sus plegarias. Con ellas confío llegar también a través del sufrimiento que hube de experimentar tras el 13 de mayo último, a una mayor madurez interior —que debe ser real en todos— en Cristo crucificado y resucitado.

(A los peregrinos de lengua portuguesa)

Saludos cordiales a los peregrinos y oyentes de lengua portuguesa. Hoy, fiesta litúrgica de San Carlos cuyo nombre recibí en el bautismo, acabo de hacer algunas reflexiones sobre esta gran figura de la Iglesia encuadrándolas en las reflexiones presentadas durante el mes de octubre. Puesto que el suceso del 13 de mayo me ha permitido ver la vida de modo nuevo,esta vida cuyo comienzo está vinculado al recuerdo de mi país, al misterio del bautismo y al nombre de San Carlos. Dijo el Señor: "No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, que al alma no pueden matarla" (Mt 10, 28).

Os agradezco las oraciones, que me ayudan a llegar a la madurez que debe ser mi parte en Jesucristo crucificado y resucitado para bien de la Iglesia y salvación mía. A todos vosotros y a vuestros seres queridos doy la bendición apostólica.

(A los peregrinos holandeses provenientes de la diócesis de Roermond)

Muy de corazón saludo ahora al obispo de Roermond (Holanda), mons. Gijsen, y a los componentes de la segunda peregrinación de Roermond, en especial a los participantes en un curso de catequesis de adultos. Que esta visita con vuestro obispo a Roma y al Vicario de Cristo, sirva para vivificar vuestra fe y reforzar vuestra adhesión a la Iglesia de Roma. Mi bendición apostólica a todos vosotros y a los seres queridos que tenéis en Holanda.

(A los peregrinos polacos

La audiencia de hoy cae en el 4 de noviembre, día en que toda la Iglesia celebra a San Carlos Borromeo. San Carlos Borromeo es mi Patrón. He recibido la vida gracias a mis padres y recibí el nombre de San Carlos en el bautismo en la parroquia de Wadowice. Recuerdo todo esto con gratitud a Dios y a los hombres, y recuerdo al mismo tiempo cuanto ha constituido mi vida de hombre y de cristiano; y lo confronto con la trama de los designios de Dios que se iba expresando poco a poco en mi vida y sigue expresándose ahora. Sobre todo tengo en la mente lo ocurrido el 13 de mayo, que ha dado mucho que pensar a todos y, obviamente, a mí; el evento que me ha impulsado a mirar mi vida, de hombre y de cristiano aún más a la luz del Evangelio, por ejemplo a la luz de las palabras sobre el grano de trigo que debe morir para dar fruto, y también a la luz de las palabras "No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, que el alma no pueden matarla" (Mt 10, 28).

Estas son las reflexiones de hoy que comparto en su lengua con cada uno de los participantes en esta audiencia general, y las comparto también ahora con vosotros, queridos compatriotas. Os doy las gracias de vuestra presencia y oraciones. Me sigo encomendando a vuestras oraciones; a ellas encomiendo mi ministerio en la Sede de Pedro en Roma, mi servicio a toda la Iglesia. A estas oraciones en las que participo yo también ardientemente, encomiendo nuestra querida patria y todas sus cosas. Cuando volváis a vuestra familia, parroquia y comunidad, repetid lo que estoy diciendo; repetidlo en Polonia entera y entre los emigrados.

(En inglés)

Doy cordial bienvenida a todos los visitantes de lengua inglesa de Inglaterra y Gales, Irlanda, Suecia, Canadá y Estados Unidos. Mi reflexión de hoy versa sobre San Carlos Borromeo, cuyo nombre recibí en el bautismo. Fue obispo santo y santo maestro, y nos da ejemplo de entrega total a Cristo y a la Iglesia. Al contemplar mi vida desde la perspectiva de la consagración de mi bautismo y a través del ejemplo de mi santo Patrono, reitero mi agradecimiento a cuantos me han sostenido con sus oraciones y sacrificios durante los últimos meses. Estoy hondamente agradecido y espero alcanzar con vuestra ayuda la plena madurez en Cristo crucificado y resucitado.

De nuevo saludo otra vez a los miembros de la "Across Trust", con gratitud por su interés hacia los enfermos de Gales, a los que abrazo hoy con gran afecto. Recordad que Nuestro Señor Jesucristo está con vosotros en todos vuestros sufrimientos. El os ama profundamente y su Madre María está a vuestro lado.

(En francés)

Queridos hermanos y hermanas: Al acoger aquí muy de corazón a los peregrinos de lengua francesa, expreso mi gratitud a todos los que me han sostenido con su oración después del atentado. Les invito a seguir rezando por mí, especialmente hoy en esta fiesta de San Carlos Borromeo, cuyo nombre recibí en el bautismo. Este Santo Pastor, maestro iluminado y legislador sabio, que presidió los trabajos del Concilio de Trento en calidad de delegado y llevó a efecto la aplicación de los mismos en su gran diócesis de Milán, es ejemplo y estímulo para todos, especialmente para mí que tomé parte en el Concilio Vaticano II y procuré ponerlo por obra. Me sostenga él a través de las pruebas y entrega de mi vida como Pastor de esta Iglesia que preside en la caridad, y me obtenga llegar a la madurez plena en Cristo crucificado y resucitado.

Doy la bienvenida a los grupos varios de peregrinos, en especial a las religiosas, los jóvenes y las familias.

(A los miembros del Comité Europeo para la enseñanza católica)

Me complazco en saludar especialmente a los miembros del Comité europeo de la enseñanza católica, reunidos en Roma. Queridos amigos: Con todos los Pastores de la Iglesia y, sobre todo, con los que afrontan mayores dificultades, estoy convencido, y vosotros también, no sólo de que la escuela católica presta una aportación particular en el sostenimiento de la fe de los cristianos y en la iluminación de otros en este camino al proporcionar enseñanza profunda y adecuada en los campos varios, sino que llama a testimoniar el mensaje evangélico en las nuevas condiciones de la enseñanza y frente a los cambios del mundo; y por tanto ocupa un lugar privilegiado entre las otras escuras.

Por consiguiente, es necesario que los responsables europeos de la enseñanza católica mantengan unidad de reflexión y acción con dos metas sobre todo; por una parte, defender la libertad de enseñanza, que es uno de los derechos humanos de la persona y la familia; y por otra parte —ya que esta enseñanza tiene sus exigencias—, delinear un proyecto educativo inspirado en valores cristianos que prepare a los jóvenes a las responsabilidades de la vida y formar, al mismo tiempo, profesores que lleven a efecto en equipo este estilo educativo en los diferentes centros primarios y secundarios. Los padres, la sociedad y la Iglesia piden esta cualificación. En esta dirección van los deseos y estímulo del Papa que os bendice de todo corazón.

(En italiano)

Está presente en esta audiencia la numerosa peregrinación organizada por la congregación de Hijas del Sagrado Corazón; con ocasión del 150 aniversario de fundación. Así que saludo de corazón a las religiosas aquí presentes, con la superiora general y el consejo, y también a las profesoras y alumnas de sus centros y a los padres de éstas, juntamente con los representantes de grupos parroquiales vinculados a ellas. Me alegro de vuestra presencia y, a la vez que os encomiendo al Señor, os exhorto a una vida de testimonio cristiano cada vez más luminoso.

Un saludo particular va también a los religiosos del "consejo plenario" de la Orden de frailes menores, acompañados del ministro general; espero del Señor que su benemérito compromiso eclesial, siguiendo las huellas de San Francisco, sea todavía más fecundo.

Fuente:  Libreria Editrice Vaticana
Publicado por: O.Revette 04/11/2015 02:59pm
Pastoral de  Comunicación Social San Carlos Borromeo